Consumir y producir en cualquiera de sus formas es una actividad que siempre ha estado ligada con el medio ambiente, ya que utiliza recursos naturales intensivamente. El progreso económico y social y la adopción de medios masivos de producción y consumo han agravado esta relación de la humanidad con el ecosistema, llevándola a sus límites.

En medio de ello, el desperdicio es grande. Según la ONU, cada año se desperdicia una tercera parte de los alimentos producidos en el mundo, el equivalente a 1,300 millones de toneladas, que termina pudriéndose en la basura de los consumidores y los comercios detallistas.

El programa ambiental de la ONU reporta que 351 países del mundo han adoptado medidas para apoyar el cambio hacia una producción y consumo sostenibles. De estas políticas, 57% influyen en la disminución de residuos, en 45% influyen en esfuerzos para bajar la emisión de gases invernadero y, 38% buscan un uso más eficiente de los materiales y 35% en la eficiencia energética entre otros efectos.

Por ello, el ODS número 12 propone las siguientes metas para 2030:

  • Aplicar el Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y Producción Sostenibles, con la participación de todos los países y bajo el liderazgo de los países desarrollados, teniendo en cuenta el grado de desarrollo y las capacidades de los países en desarrollo
  • Lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales
  • Reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per capita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha
  • Lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos internacionales convenidos, y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente
  • Reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización
  • Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes
  • Promover prácticas de adquisición pública que sean sostenibles, de conformidad con las políticas y prioridades nacionales
  • Asegurar que las personas de todo el mundo tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza
  • Ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su capacidad científica y tecnológica para avanzar hacia modalidades de consumo y producción más sostenibles
  • Elaborar y aplicar instrumentos para vigilar los efectos en el desarrollo sostenible, a fin de lograr un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales
  • Racionalizar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles que fomentan el consumo antieconómico eliminando las distorsiones del mercado, de acuerdo con las circunstancias nacionales, incluso mediante la reestructuración de los sistemas tributarios y la eliminación gradual de los subsidios perjudiciales, cuando existan, para reflejar su impacto ambiental, teniendo plenamente en cuenta las necesidades y condiciones específicas de los países en desarrollo y minimizando los posibles efectos adversos en su desarrollo, de manera que se proteja a los pobres y a las comunidades afectadas.

En México, únicamente 20.03% de los municipios del país cuentan con una disposición adecuada de residuos sólidos. En cuanto a energía, de acuerdo con el Consejo de Estados Unidos para una Economía con Eficiencia Energética (ACEEE, por sus siglas en inglés), México ocupa el lugar 14 entre 25 países por el uso eficiente de la energía. En un puntaje del uno al 100, México obtuvo una calificación e 46 puntos. El promedio de los 25 países fue de 48.5. Según este organismo, México obtuvo cero puntos en el rubro de gasto en eficiencia energética.

Igualmente obtuvo una calificación muy baja en cuanto a el uso de energía en el transporte. La venta de autos eléctricos per cápita es sumamente baja, y existe un gran retraso en las regulaciones a los camiones de transporte pesado.

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