Parte de la educación ambiental, tanto para niños como para adultos, puede impartirse al presenciar de primera mano el desarrollo de la vida. Educarse haciendo un huerto aproxima al proceso que lleva alimentos a nuestra mesa, aminorando la desconexión entre vida urbana y campo, que en parte ha generado tan poco aprecio por el medio ambiente en la población.
Es claro que buena parte de los hogares mexicanos conoce de flores y otras plantas de ornato. Tener una “plantita” o dos es muy común, pero esto rara vez impresiona mucho a los niños. Más bien, a menudo aprenden que no se deben ni acercar a las macetas, y cuidado les den con la pelota porque ya verán.
Como se puede apreciar, esto no educa. En cambio, la experiencia de sembrar, cuidar y cosechar un vegetal en casa sí. Hoy sabemos que “aprender haciendo” es uno de los métodos más efectivos para educar, a veces por encima de escuchar o leer.
Quién no recuerda aquella actividad en la Primaria, cuando ponías un frijolito en algodones y agua en un frasco de cristal y lo cuidabas hasta la germinación. No era raro que el tallito saliera del frasco y sacara un hojita verde, cuando todo salía bien. Recuerdo que como niño te emocionabas, para luego pedirle a tu mamá que lo dejara seguir creciendo, hasta que diera más frijoles. Creo que la mayor parte de las señoras madres accedía a dejar el frijolito en el frasco, hasta que moría de causas naturales. Otras más bien lo desaparecían discretamente.
Qué interesante hubiera sido que llegara aquello a buen fin, trasplantando la plantita a una maceta y administrándole abono, agua y luz hasta que creciera. Ahora bien, los frijoles pueden ser un poco complicados, pero hay gran éxito con jitomates, zanahorias, cilantro, pepino, cebolla, pimientos, ajos, lechugas, espinacas…. Ya con más tamaño se pueden cultivar fresas, moras y ¡hasta melones!
Sobran videos y textos sobre cómo montar un huerto en la azotea o en el balcón. Una de las cosas más importantes es tomar en cuenta el peso y la humedad. Es preciso que no acumules demasiado peso, no más de 300 kilos por m2, por ejemplo. Hay que ser doblemente cuidadosos con los balcones.
Ahora, hay dos formas de hacerlo: la tradicional y la ¡hidropónica! Empezando desde abajo:
- Se empieza por utilizar bases, sobre las cuales irán los contenedores del cultivo. Obviamente no pueden ir al ras del suelo, porque deben dejar escapar agua sobrante por debajo, misma que puedas captar para reutilizar.
- Luego, en los propios contenedores (que pueden ser macetas largas de barro o de plástico, con un agujero de drenaje al fondo), se coloca una base de piedras o gravas, luego una capa gruesa de lo que llamaríamos en general tierra, pero de la cual hay muchas clases. Está la tierra negra, la de hoja, la preparada, la profesional y un largo etcétera. Lo mejor es que preguntes en tu sitio de jardinería o invernadero de preferencia, señalando para qué la vas a usar.
- Encima de la tierra o sustrato, algunos recomiendan poner humus de lombriz o composta, misma que se va renovando periódicamente.
- En cuanto a la siembra, puedes empezar desde la semilla, o bien adquirir algunas plantas germinadas en los viveros.
Ahora bien, sí se trata de incursionar en la hidroponía, también es posible. Hay versiones en que la planta queda colocada en un sustrato inerte (como gravilla o fibra de coco), pero se riegan siempre con agua con nutrientes líquidos. Los recipientes pueden ir desde macetas hasta tubos de PVC.
Otra versión es la de raíz flotante, en donde la planta se posiciona en una tira de unicel, sobre una canaleta donde correrá el agua, ayudada de algo tan sencillo como una bomba para pecera. En este caso es importante que la tapa de unicel impida el paso de la luz hacia el agua debajo, para que no se generen algas.
En todos los casos, el cultivo debe estar en un lugar que reciba por lo menos 6 a 8 horas de luz solar al día, y tiene que estar protegido de las tormentas, ya sea con un techo de plástico traslúcido o paneles de vidrio, como un pequeño invernadero.
Hay una infinidad de detalles, por supuesto, que deberás ir aprendiendo ya sea en línea o consultando a expertos. Pero nada más gratificante y educativo que ver a tus propias lechugas y jitomates crecer de la nada para terminar en tu mesa.
¡Una cosa más! Agosto es el mes del Verano Dany Vasito. Registra a los niños y niñas a quienes que aprendan más sobre el cuidado del medio ambiente, con una lista de actividades y entrevistas divertidas e interesantes sobre el tema.
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