Qué bueno que los legisladores y otros encargados del quehacer político estén refiriéndose cada vez más al tema de la economía circular. Creo que por fin el mensaje está llegando, acerca de que lo más importante alrededor de los residuos sólidos en el país no es prohibir, sino implantar esquemas que impliquen rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar. Vaya que han crecido las R en los últimos años.

Hay que recordar que lo que tenemos respecto de la economía circular a nivel legal es hasta ahora es una colección de leyes estatales, que incluyen a la CDMX (2023), Querétaro (2021), Nuevo León (2022), Oaxaca (2023), Quintana Roo (2019) y más recientemente Guanajuato (2024).

En el ámbito federal, hay por lo menos tres iniciativas diferentes sobre el tratamiento integral de los residuos y la economía circular. El que provengan de los partidos en el poder les añade relevancia. La serie de reformas se ve bien, y qué bueno que estos temas se mantengan en la mente de los diputados en estos tiempos tan revueltos. Sin embargo creo que esta iniciativa se podría enriquecer mucho, si añadimos al simple tema del tratamiento de residuos, todos los temas relacionados con el proceso.

Por ejemplo, la economía circular, desde el nombre, implica involucrar a los factores económicos y de producción industrial del país, pero también involucra aspectos de logística, de financiamiento y de normatividad relacionada con la calidad que pueden sumarse. Hay que hablar del fomento en la creación o mejora de los eslabones que componen la economía circular.

Qué tal el desarrollo de más empresas e industrias que aprovechen los residuos, para crear un verdadero mercado circular en cada uno de los residuos sólidos que generamos. O bien, el impulso a empresas de transporte, selección y tratamiento de materiales para el reciclado. Hemos insistido que hace falta desarrollar algo que parecería muy simple: empresas que aprovechen una enorme cantidad de material que ya está disponible para sus manufacturas, como podría suceder con el unicel y el polietileno, entre otros muchos.

Y además de lo económico está lo social: la separación de residuos sólidos depende en muchas ciudades del país de los grupos de pepena, lo cual puede determinar la calidad y cantidad del material para reciclaje. Una ley de Residuos Sólidos podría adoptar de forma integral medidas que permitan que esta clase social se beneficie directamente de la economía circular.

También, sigue haciendo falta una campaña de comunicación y educación mucho más extensa, para acelerar prácticas tan básicas como la separación de residuos. Parece mentira que los niños siguen siendo los mejor informados respecto al proceso de reciclaje. Digamos que no ha resultado muy bien pretender que la información vaya de menores a mayores.

Un Ley General de Economía Circular que contemple todos estos aspectos podría ser mucho más eficaz y beneficiar a diferentes participantes de la sociedad. Es un ganar – ganar, digamos, circular.

Hay una, de hecho, por ahí entre los engranes del Congreso, que estaba muy completa e incluía aspectos importantes. como los planes de manejo de residuos. Ya sea que la revivan o que la tomen en cuenta para las nuevas versiones, sería muy conveniente sacarla del armario.

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