En la contribución anterior en este blog, describimos el gran potencial como fuente de energía y como negocio que tiene el Hidrógeno Verde. Dijimos que había más de 670,000 millones de dólares (mdd) en inversiones anunciadas en el mundo, de las cuales unos 75,000 millones consistían en proyectos ya en marcha.

A la luz de estos números, pareciera que el papel de México en la investigación y desarrollo de Hidrógeno Verde no está nada mal. Para el que no esté muy empapado en el tema, hay que decir que existe en México una Asociación Mexicana de Hidrógeno y Movilidad Sostenible (AMH2) desde 2020. Esta agrupación reúne a nada más que 95 empresas enfocadas en el desarrollo de este energético en el país, desde Air Liquide a British Petroleum, pasando por Cemex, Infra y Siemens Energy.

Esta asociación dijo el pasado mes de febrero que en México se desarrollan actualmente 24 proyectos de Hidrógeno Verde, con una inversión programada de 21,277 mdd. Esta cantidad sería toda una noticia, porque representa casi 30% de la inversión global ya en marcha. Declararon esto en una reunión con el gobierno federal, en donde abogaron por una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde.

Los proyectos que incluye la AMH2 están bastante distribuidos por el territorio nacional, desde Baja California hasta Yucatán. Por ejemplo, está el proyecto de Hidrógeno en La Rumorosa, que buscaría producir 288 toneladas de hidrógeno verde al año, a través de unos 3 MW de energía solar y eólica, con una inversión de 35 mdd.

O bien en Nuevo León, donde se tiene un proyecto para 124,071 toneladas de hidrógeno verde al año, gracias a una instalación solar de 2.8 MW de energía solar, mismos que se destinarían a dar energía a la producción de cemento, un proceso que es sumamente intensivo en consumo de energía, y en donde la sustentabilidad es más que bienvenida.

En Sinaloa hay un proyecto para producir 300,000 toneladas de metanol verde y 1.8 millones de toneladas de metanol azul al año, con una inversión de 2,200 mdd. Allá por Campeche se piensan producir 170,000 toneladas de amoniaco verde al año con una inversión de 1,100 millones de dólares.

Un proyecto muy vistoso es el que plantearon Aslan Energy Capital y CalYan, que suministrará 100,000 toneladas anuales de hidrógeno verde al mercado estadounidense, a California en específico, desde Caborca, Sonora. El desarrollo abarca 35,000 hectáreas cerca de Puerto Lobos, y contará con parques solares, electrolizadores y acceso al agua del mar. Tendría que empezar a marchar en 2028.

Mención aparte merecen CFE y Pemex, por su tamaño. En septiembre de 2024 ambas empresas públicas anunciaron su intención de aliarse para producir Hidrógeno Verde. Si tan sólo la producción de energía predominante en CFE cambiara de energía, el beneficio en limpieza del ambiente y en emisión de carbono sería inmenso. Pero van lento: en 2024 se informó que CFE aporta 16.4% de la energía del Sistema Eléctrico Nacional a través de tecnologías limpias, y que el plan sería superar el 32% en 2030.

Si somos optimistas, las cosas pueden acelerarse con un poco de voluntad política y muchas ganas de apoyar la producción público-privada. Si se permite a las empresas hacer su parte en investigación, desarrollo e inversión, México puede nuevamente hacer un leap-frogging, como le dicen al arte de adoptar una tecnología de punta sin pasar por las etapas intermedias, aprovechando lo avanzado en el resto del mundo.

La clave para esto está no en contar con más o mejor regulación, ni en mucha acción política. Más que nada, hay que dejar hacer.

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