La trazabilidad es un requisito básico para la industria manufacturera en todo el mundo. Lo es en especial para industrias que son altamente reguladas por su impacto en el consumidor, como la farmacéutica y la alimentaria. La trazabilidad es la capacidad de seguir el rastro de un producto a lo largo de todas las etapas de producción, transformación y distribución. Esto incluye desde la obtención de materias primas hasta la entrega al cliente final. El concepto de trazabilidad puede llevarse al ámbito de la economía circular, por lo que vale la pena describir esta disciplina.

De dónde viene todo

La trazabilidad se ha practicado desde que existe el comercio y la industria. Hay vasijas de aceite o vino de la antigua Roma que conservan inscripciones con el origen y la fecha de envasado de su producto. Los comerciantes de la Edad Media anotaban cuidadosamente de dónde venían sus valiosas especias y telas traídas de Oriente, con el obvio interés de darles el mejor precio posible. Por supuesto, eran sistemas rudimentarios no muy confiables, con un par de inscripciones como la única “prueba” de origen.

El proceso de industrialización hizo más necesaria la trazabilidad. A partir del siglo XIX, la producción en masa hizo indispensable un mayor control de los insumos para las nacientes fábricas. Sin embargo, la trazabilidad está más relacionada con la regulación y la necesidad de proteger al consumidor.

En Estados Unidos, las primeras leyes respecto de la verificación de la pureza de los alimentos surgieron hacia 1906, y con ellas el antecedente de la Food & Drug Administracion (FDA). Las primera aplicaciones fueron por ejemplo obligar a las empacadoras de alimentos a especificar qué ingredientes usaban en sus productos. Esta característica iba a sofisticarse mucho más, en la medida que la industria de alimentos comenzaría a usar más conservadores, saborizantes y colorantes artificiales.

Para la industria farmacéutica hicieron falta varios escándalos, como el del elíxir de Sulfanilamida, que mató a un centenar de personas en 1938, o como la crisis de la talidomida en los 60. Fue entonces que la FDA apretó las tuercas a la industria e impuso todo tipo de reglas que abarcaban desde la investigación y desarrollo de productos hasta una comprobación mucho más estricta de cada uno de los ingredientes de los productos. La información tendría que incluir fecha, lote y lugar.

Elementos como éste fueron de gran ayuda durante la crisis del Tylenol en 1982, en donde un criminal que nunca fue encontrado envenenó envases del popular analgésico. Tras la muerte de siete personas en el área de Chicago, la empresa retiró del mercado 31 millones de botellas del producto, y esto marcó una evolución en el envasado de medicinas.

En 2014, Toyota identificó exactamente qué vehículos estaban equipados con una bolsa de aire defectuosa, fabricada por cierto proveedor específico. Este operación terminó involucrando a unos 67 millones de vehículos, pero salvó muchas vidas.

Hoy en día la trazabilidad es clave para la industria al proveer, ya que no sólo asegura la seguridad del consumidor y permite un adecuado cumplimiento normativo. También permite una gestión mucho más eficiente en la cadena de suministro, al identificar cuellos de botella, desperdicio o sobrecostos, y mejorar tiempos de entrega. La trazabilidad permitió a la industria farmacéutica mantener una cadena de frío adecuada para sus vacunas durante la pandemia de Covid-19.

Por supuesto, la trazabilidad permite responder a una crisis de producto de forma rápida y precisa, disminuyendo sus efectos negativos. Ello redunda finalmente en la protección de la marca y la imagen corporativa.

Las nuevas tecnologías están haciendo maravillas con la trazabilidad, al clásico código de barras hoy se suma el código QR, datos que se acumulan e interpretan en programa de ERP o Business Intelligence. En el futuro, el Internet de las cosas permitirá dar seguimiento en tiempo real a la cadena de suministro, con los contenedores ofreciendo información precisa de sus rutas minuto a minuto. Hay quienes ven en el blockchain otra tecnología ideal para la trazabilidad.

Hoy en día la trazabilidad no sólo aporta confianza y eficiencia, sino también sirve para objetivos de sustentabilidad, tanto ambiental como social. Las empresas pueden probar, por ejemplo, que sus insumos cumplen las normas ecológicas o bien que no se fabricaron en plantas que incumplen reglamentos laborales.

Lo que queda pendiente para la siguiente entrega es describir lo que la trazabilidad permite a la economía circular.

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