La trazabilidad consiste en registrar el origen de los materiales reciclados en procesos industriales, lo cual es tan importante como sucede con los materiales de primer uso. Hay razones de calidad y seguridad para ello, pero también existen razones de planeación de la producción y logística por parte del industrial del reciclaje. Sin embargo, la trazabilidad en economía circular está en pañales en México, para variar.
Ni modo, no sólo hay que reciclar, sino hacerlo bien. Sólo algunos pocos expertos en recolección, como Rennueva, están proveyendo la información adecuada, tanto a los industriales como a las autoridades, que también deberían recabar estos datos. Ni hablar de todos los mecanismos informales de reciclado que imperan actualmente en ciudades como la CDMX. Ahí ya resulta imposible siquiera imaginar de dónde viene el material reciclable.
Pero más que la queja, hay que hablar de las tecnologías que pueden sumarse a facilitar la trazabilidad en economía circular. Algunas son ya bien conocidas, como el código de barras y el código QR, que además son sumamente viables económicamente y requieren poca inversión para armar una base de datos. Otras tecnologías son menos conocidas, pero igualmente disponibles, como la Identificación por Radiofrecuencia (RFID), que permite llevar el registro de los materiales sin necesidad de que exista un contacto visual.
Por el estilo está la Near Field Communication (NFC), que es básicamente la que permite el pago contact less de las tarjetas de crédito actuales. La ventaja de estas tecnologías es que pueden incorporarse a procesos industriales, que requieren el movimiento y selección de materiales a paso veloz.
Ya viendo hacia el futuro, la tecnología blockchain podría ser una gran solución para la trazabilidad, ya que su diseño original implica la capacidad de ver todos los eslabones en una cadena de transacciones, sin posibilidad de falsificación o duplicación. Como quiera que se recaben los datos, hoy en día abundan los softwares empresariales o de business intelligence que pueden hacer maravillas con los datos.
¿Hasta dónde pueden llegar el beneficio de la trazabilidad para la economía circular? Aquí algunos ejemplos que ya están sucediendo por iniciativa de empresas.
- Eileen Fisher y su programa Renew.
Esta marca de ropa aplica trazabilidad digital para recolectar prendas usadas de sus clientes, a través del programa Renew. Cada prenda se etiqueta y se registra en un sistema digital que permite clasificarla de acuerdo con su estado (reventa, reparación o reciclaje), rastrear su reutilización en nuevas colecciones y proporcionar al consumidor total transparencia sobre el origen de cada prenda.
- HP y sus cartuchos de tinta
HP encontró una manera de luchar contra los cartuchos “pirata” o los rellenados informalmente a través de un sistema de trazabilidad, que involucra códigos QR. Así garantiza al usuario que está recibiendo un producto original. Pero, más importante, está probando en sus impresoras una tecnología de internet of things (IoT), mediante la cual el aparato detecta cuándo es necesario un reemplazo del cartucho, y programa un envió de los repuestos al cliente, junto con un sobre identificado con QR, en el cual regresan los cartuchos usados a la fábrica, para ser reciclados apropiadamente.
- Renault (vehículos y piezas remanufacturadas)
Esta empresa ha sido pionera en el reciclaje de sus propios motores y autopartes. De hecho, destinó por completo una planta cerca de Paris a la remanufactura. Lo que hace es recopilar y remanufacturar motores, cajas de cambios y otros componentes de sus vehículos. Igualmente, busca utilizar plástico reciclado en sus autos y dar nueva vida a las baterías usadas, además de realizar investigación para ampliar su participación en la economía circular. La empresa está utilizando datos y tecnologías RFID para garantizar la trazabilidad de estos componentes.
Las tecnologías de trazabilidad, entre otros muchos beneficios, también facilitan a las empresas manufactureras los datos necesarios para un verdadero reporte de sustentabilidad. Ya se acabó la era del greenwashing, en donde bastaban unas cuantas frases en la comunicación para hacerse pasar como empresa sustentable. Hoy es necesario hacerse cargo de los residuos generados. Las leyes están siendo más claras en exigir planes de manejo de residuos, y porque la propia reputación corporativa depende de no fingir ser “verde”, sino serlo, y tener los números para probarlo.
