En colaboración con Gerardo Pedra, representante de la iniciativa Recicla Unicel.

La COP30 inició con una expectativa muy alta que no se cumplió y una serie de objetivos
logrados que eran efectivamente un paso adelante, pero se perdieron entre los reclamos.
A la luz de los críticos, la reunión de Belém, Brasil fue una de las más divisorias que se
han registrado, y un fracaso, debido a que no pudo acordarse una meta muy ambiciosa,
que era establecer una hoja de ruta concreta para abandonar por completo el uso de
combustibles fósiles.
A ojos de los organizadores, en cambio, se dieron pasos para fortalecer el Acuerdo de
Paris (a pesar de la ausencia de Estados Unidos y China), y se lograron metas concretas
como triplicar el financiamiento para la adaptación al cambio climático en los países
desarrollados, a un estimado de 120,000 millones de dólares al año.


Igualmente se lograron acuerdos sobre adaptación y Transición Global Justa, con
referencia a los derechos laborales, humanos y ambientales, así como una Agenda de
acción climática, con más de 480 iniciativas para acelerar soluciones en áreas clave,
como la transición energética el cuidado de la biodiversidad y de los bosques y océanos.
Esto incluye una Acelerador de implementación global, que toma los proyectos con mayor
potencial de impacto, como las energías renovables, las baterías y la digitalización.
Igualmente, se adoptaron 59 indicadores de adaptación de forma voluntaria.


Fue una COP en donde los pueblos indígenas adquirieron protagonismo, con más de
3,000 miembros de las comunidades tradicionales participando, como correspondería a
una locación en la boca del Amazonas. También se lanzó un Plan de Acción sobre
Género y Clima, para aumentar la participación y toma de decisiones de las mujeres. En
fin, hubo avances, algunos muy importantes, que se pueden revisar en detalle en las
páginas de la COP30, o en un resumen elaborado por el Foro Económico Mundial.

Sin embargo, el resultado no fue tan optimista porque algunas partes decidieron aumentar
la apuesta, entre ellos el propio gobierno de Brasil, al impulsar una hoja de ruta para
abandonar el uso de combustibles fósiles y otra para detener la deforestación. El
resultado es que la mitad de los países apoyaron estas medidas… y la otra mitad no.

Es curioso que en este impulso, el gobierno del presidente Lula da Silva actuó en contra
del propio diplomático brasileño que él mismo había postulado como presidente del
COP30, el diplomático André Corrêa do Lago. Digamos que el presidente de la COP
quería puros acuerdos por consenso, mientras que el presidente de Brasil se quiso ir por
el carril de alta para que la conferencia en su país fuera más relevante.

Ambos perdieron. Los países árabes y otros productores de petróleo como Rusia
simplemente se opusieron, lo mismo que varios países en desarrollo para los cuales dejar
los hidrocarburos implica un costo que no pueden pagar. En un intento por sacar adelante
un resultado de consenso, André Corrêa, no le dio la palabra a varios países que sí
querían una hoja de ruta, como Colombia, quienes entonces se rebelaron. Como
respuesta, se discutió y aprobó un acuerdo mucho más modesto, lo cual dejó un sabor
agridulce para todos.

Así que la apuesta de ir por todo no hizo sino generarle un aura de fracaso a la COP30, y
le dio un sesgo negativo a lo acordado. Todo sonó como insuficiente, en una conferencia
que ya sufre por la evidente ausencia de Estados Unidos, el mayor emisor de gases de
efecto invernadero. Los avances que se lograron suenan huecos ante la falta de esos
números contundentes. Es una lástima, pero es algo para definitivamente tomar en
cuenta: si se quiere seguir avanzando por la ruta del consenso, los integrantes de la
Conferencia de Partes ya probaron que existen zonas de resistencia muy claras.


¿Y México? Nuestro país también peleó junto con Colombia por un plan detallado para
abandonar los combustibles fósiles… a pesar de que ambos países son productores de
petróleo, y a pesar de que se siguen destinando miles de millones de pesos al año para
mantener el funcionamiento de Pemex. Habrá que ver si surge algún liderazgo que reviva
el rescate climático en todo el mundo; por ahora éste brilla por su ausencia.

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