Acapulco tiene la oportunidad de resurgir de la cenizas como una ciudad diferente, más civil, más limpia y entrar de lleno a la economía circular y el reciclaje. ¿Será? ¿Podría esto suceder? ¿Tendrá los liderazgos que la lleven hacia la sostenibilidad social y ambiental? ¿Puede venir un nuevo Acapulco?

Toneladas de escombros

El daño que produjo el huracán Otis en el puerto de Acapulco no sólo fue impresionante, también fue deprimente. Ver a la mayor parte de la infraestructura hotelera reducida a obra negra fue muy descorazonador para los mexicanos… imaginemos qué sentirán los acapulqueños.

A partir de entonces –hay que recordar que sucedió en Octubre–, se han hecho reparaciones a marchas forzadas, por lo menos en la zona turística. Toneladas de escombros fueron removidos, sin demasiado orden ni método. Por supuesto, no se informó públicamente a dónde fueron llevados estos materiales, ni si fueron procesados de la forma correcta.

Resulta que hay recomendaciones sobre el tratamiento que debe dársele a los escombros desde hace años. Hace tan poco como 2017, el gobierno publicó un documento sobre criterios para el manejo de los residuos de construcción y demolición generados por el sismo del 19 de septiembre. Lo puedes ver aquí, todavía.

Hay muchas recomendaciones, pero entre las principales está no depositar los escombros de construcción en barrancas, manglares, esteros, humedales y, por supuesto lejos de cuerpos de agua importantes. Esto significa, en el caso de Acapulco, sin duda alejarse de la costa, ¿lo habrán hecho? No hay noticias sobre esto. Pareciera que estos materiales desaparecieron por arte de magia.

Si no hay noticias de su destino, menos de si existió la iniciativa de reciclar los materiales. Con el tratamiento adecuado, el cemento y la piedra pueden servir para múltiples usos de sustentación de caminos y edificios. No se diga las varillas, alambre, vidrio y otros materiales livianos usados en la construcción. O bien el material de recubrimiento, que fue lo que más se perdió con el huracán.

El salto a la economía circular

Pero dejemos el pasado, porque la prisa por recuperar el puerto para los millones de personas que viven de él no parece haber dejado espacio para innovar. Vayamos a futuro. Acapulco es un lugar que produce miles de toneladas de residuos por año.

Menciono a Milenio, que cita la coordinadora general de Servicios Públicos de Acapulco: cada día se generan entre 600 y 850 toneladas de basura. En estos tiempos de reconstrucción existe la oportunidad de rediseñar las políticas de acopio y revalorización de residuos. Acapulco podría dar el salto hacia la economía circular.

Se podrían instalar, con el auspicio de gobierno y empresas turísticas centros de acopio de plásticos de todo tipo, con el nivel de tratamiento adecuado para poder trasladarlos a las industrias que los aprovechan. Es más: la “producción” de residuos de Acapulco es tan grande que podría sustentar un par de plantas de productos que utilicen material reciclado, situados a una distancia adecuada del puerto.

Imagina un estado inmerso en la economía circular, capaz de reciclar la mayoría de sus residuos inorgánicos, mientras da un tratamiento adecuado a sus residuos orgánicos, generando composta suficiente para beneficiar a su producción agrícola. Si una entidad merece impulsar un cambio en su modo de vida, es Guerrero, y Acapulco podría ser un poderoso ejemplo de cambio.

Es momento de que la industria turística comprenda que ya no puede dejar a la población y al medio ambiente fuera de los beneficios económicos que brinda Acapulco. No se puede reconstruir “por encimita” y volver a la situación que se vivía antes de Otis. Es una oportunidad que se debe aprovechar, porque podría ser la última para la región.

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