Imagina que en un concurso de “100 mexicanos dijeron”, preguntan qué hacen los mexicanos con sus aparatos electrónicos viejos. Una de las respuestas más frecuentes sería “guardarlos”. Arrumbarlos, mandarlos al cuarto de los “tiliches”: eso es lo que hacemos, y luego los desechamos… mal. México es el tercer país del continente en volumen de residuos electrónicos (RREE), con 1.5 millones de toneladas al año, de acuerdo con The Global E-Waste Monitor de 2024, y apenas 10% de ésta se procesa debidamente.
El diagnóstico no es una impresión personal. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), sólo 10% de los residuos electrónicos se procesan debidamente, mientras que 40% permanecen en los hogares.
Televisiones, estéreos, grabadoras, y ya más recientemente teléfonos (fijos y celulares), y algunas computadoras, pasan al cuarto de los trebejos. Qué tal si alguien vuelve necesitar leer sus diskettes de 3.5 pulgadas, o el primo que le hace a la electrónica puede arreglarlo… a lo mejor hay un mercado para PC con 100 megas de disco duro.
Luego de este almacenamiento, finalmente los desechamos, de la peor manera posible: tirándolos a la basura y a veces hasta pagándole al camión para que se los lleve. Para quien no haya vivido la experiencia única en la CDMX, por la urbe circulan algunas docenas de camionetas con la grabación: “se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas…”. Ahí acaban nuestros electrónicos con frecuencia.
Los residuos electrónicos, es bien sabido, tienen componentes que pueden ser fácilmente reutilizables, desde el plástico, cerámicas y fibras hasta el cobre, hierro, aluminio y una pizca de oro y plata, por ejemplo.
También tienen los RREE metales “pesados”, como el mercurio, cadmio, fósforo, plomo y bromo, que podrían reutilizarse, pero que además contaminan mucho en un relleno sanitario. Varios de estos son finalistas entre las 10 sustancias más peligrosas para la salud pública, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otros más son materiales o “tierras raras”, como el cerio, el lantano o el itrio, el herbio, el gadolinio, el lantano, el neodimio, el praseodimio y el terbio. Encontrar y producir estos materiales cuesta muchísimo, literalmente sangre, en muchos países pobres, en donde ya imaginarás las luchas por dominar un yacimiento de éstos.
Todo indica que el mundo va a producir cada vez más toneladas de este tipo de desechos. El informe citado contó 62 millones de toneladas en 2022, contra 34 en 2020. El monto que llega a México podría ser mayor: el informe de e-waste también advierte que hay millones de kilos de RREE siendo transportados a otros países. Uno de estos flujos, por 52,000 toneladas al año, va de Estados Unidos hacia México, el Caribe y Sudamérica, montos que no se conocen del todo por ser informales.
No los arrumbes, ¡recíclalos!
Siendo éste el caso, lo que nos falta a los mexicanos es información para aprovechar este caudal de “tesoros”. Si ya tenemos esta tendencia de aprovechar las cosas hasta que se caen a pedazos, que yo no llamaría falla, tenemos el paso medio andado para expandir la cultura del reúso y reciclaje de residuos electrónicos.
Porque la buena noticia es que, al contrario de otros materiales, los residuos electrónicos están generando rápidamente un mercado sostenible de reciclaje. Es lo más importante para garantizar la Economía Circular: que cada eslabón sea sostenible. Si hay empresas que puedan desarrollar el negocio de desarmar, aislar y reutilizar las partes y componentes electrónicos, ésta sería una industria gigante: nada más 1.5 millones de toneladas al año con las que trabajar, unos 12 kilos por mexicano.
Basta hacer una búsqueda por internet con palabras como recicla electrónicos o computadores para encontrar empresas dispuestas a recibir todo tipo de residuos electrónicos, incluso a pagar algún dinerito por éstos. Algunas van a domicilio si se trata de cierto volumen, otras cuentan con centros de acopio.
Ahora, si quieres algo más institucional, la Asociación Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) tiene más de 600 puntos de acopio en decenas de ciudades del país, para recibir celulares usados.
En la CDMX, la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) organiza cada mes un “Reciclatrón” en diversos puntos de la ciudad. Este evento reportaba de enero a julio de 2024 más de 112 toneladas de residuos recopilados en estos eventos, además de 8.2 toneladas de pilas. Los residuos se separan y se envían a empresas de reciclaje, cerrando el círculo.
Decídete de una vez a dejar ir esas viejas computadoras, los celulares, los teclados y mouses inservibles, las televisiones de cinescopio, los minicomponentes que nadie va a reparar. Dales el tratamiento adecuado y llévalos a los centros de acopio. Esa es tu responsabilidad como consumidor en la Economía Circular.
Mientras tanto, el gobierno debería idear nuevas formas de comunicar la existencia de centros de acopio de RREE. A nivel local, Guadalajara tiene su “Recolectrón”, Monterrey su “Reciclatón”, es una buena idea propagar esta actividad en cada estado. Creo que México podría mejorar muchísimo su porcentaje de reciclado de electrónicos en muy poco tiempo. Sólo hay que comunicarlo mejor.
