La urgencia de incluir la enseñanza del concepto de economía circular en las escuelas de México, a todos los niveles.
En ningún lugar se separa la basura mejor que en las escuelas. De hecho, fue en una universidad (la UAM) donde se plasmaron las primeras simbologías que permitían la separación de residuos en el campus, en 2003. Esos símbolos serían la base para los usados en el Reglamento a la Ley de Residuos Sólidos del (entonces) Distrito Federal. Eso debería darnos esperanza en que finalmente la economía circular será practicada de forma generalizada en el futuro.
En un país donde más del 90% de los residuos sólidos urbanos terminan en rellenos sanitarios o tiraderos a cielo abierto, la necesidad de repensar nuestra relación con los recursos es una urgencia. La economía circular, que propone diseñar productos y sistemas pensados para reducir, reutilizar, reparar y reciclar, se presenta como una alternativa valiosa frente al modelo lineal de “extraer, producir, desechar”. Pero para lograr una verdadera transición hacia este enfoque, México necesita más que regulaciones e incentivos económicos: necesita educación.
¿Por qué empezar desde las aulas?
La educación es una herramienta transformadora. Cuando los estudiantes aprenden desde temprana edad a ver los residuos como recursos y a entender los impactos del consumo desmedido, se convierten en agentes de cambio en sus hogares, comunidades y futuros trabajos. La economía circular no se trata solo de reciclar, sino de pensar de forma sistémica y creativa: ¿cómo diseño un producto que genere menos residuos o los aproveche? ¿Cómo extiendo la vida útil de los productos? ¿Qué pasa cuando dejan de funcionar?
Incorporar estos principios en los programas escolares prepara a las nuevas generaciones para los desafíos del siglo XXI, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la escasez de materias primas. Además, desarrolla habilidades prácticas, como la innovación, el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo, esenciales en un mundo laboral cada vez más orientado a la sostenibilidad.
México da algunos pasos
El país ha comenzado a integrar la economía circular en su sistema educativo, aunque todavía de forma desigual. Desde 2023, el Congreso de la Ciudad de México ha buscado alternativas para incluir los principios de la economía circular en la educación básica. Lo que se busca es enseñar conceptos como las “9R” (reducir, reusar, reparar, rediseñar, etc.) a estudiantes desde primaria hasta secundaria, fomentando la cultura del cuidado ambiental desde la infancia. Aún no se ha traducido esto en cambios a la ley.
En paralelo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha impulsado contenidos relacionados con la sostenibilidad en sus nuevos planes de estudio, y en general ha sido una fuerte impulsora de la mencionada separación de residuos en las escuelas, un principio básico de la economía circular.
Por su parte algunas escuelas técnicas como el Conalep en el Estado de México han implementado programas de reciclaje y trueque (como intercambiar PET por útiles escolares), conectando directamente la economía circular con la realidad de sus estudiantes.
Uno de los ejemplos más destacables viene del Tecnológico de Monterrey, donde el Instituto Global para la Sostenibilidad promueve proyectos de investigación aplicada en economía circular. Los estudiantes han desarrollado propuestas para reutilización de residuos plásticos, rediseño de empaques y compostaje comunitario, generando conocimiento útil para gobiernos y empresas.
En escuelas públicas de la Ciudad de México, iniciativas como “Basura Cero en mi Escuela” han fomentado la separación de residuos y la creación de huertos escolares. Estas acciones no solo mejoran el entorno inmediato, sino que siembran una semilla que florece en conciencia ecológica.
A pesar de los avances, la economía circular aún no está formalmente integrada en el currículo nacional, y muchos docentes carecen de capacitación para enseñar estos temas. Las brechas regionales, la falta de recursos y una infraestructura educativa desigual también limitan su implementación.
Sin embargo, esto representa una oportunidad: capacitar a maestros, desarrollar materiales didácticos y fortalecer alianzas entre instituciones educativas, gobiernos y empresas puede convertir a México en un referente latinoamericano en educación para la economía circular.
El futuro está en sus manos
Educar sobre economía circular no solo es un acto de conciencia ambiental, sino una apuesta estratégica para el desarrollo sostenible del país. Preparar a los jóvenes con habilidades circulares es preparar a México para ser competitivo, resiliente y justo. Por ello la relevancia de programas como el Verano Dany Vasito, que complementa cada año la educación ambiental de los niños. Transformar el sistema comienza desde las aulas y alrededores. Si logramos que cada estudiante entienda el valor de cerrar ciclos, no solo cambiarán sus hábitos: cambiarán el país.
