* Por Diego Ymay
Segunda parte.
Hace unos 20 años, antes de la entrada al mercado de las pantallas planas, las televisiones de cinescopio eran aparatos pesados y voluminosos. Como referencia, una televisión de proyección de 65 pulgadas pesaba casi 150 Kg., bastante más que los 23 Kg. que pesa una televisión LED del mismo tamaño el día de hoy.
Hablando sobre el empaque, esa televisión de 150 Kg. utilizaba 5 Kg. de empaque de EPS para su protección. La pantalla de 23 Kg. utiliza cerca de 400 gramos. Es indudable que los avances tecnológicos han permitido tener una televisión con el mismo tamaño de pantalla, pero con una nitidez infinitamente mayor y con menos de una quinta parte del peso.
Lo cierto es que el EPS ha logrado mejorar sus propiedades y los diseñadores de empaque se han esmerado en aprovechar al máximo estas mejoras, permitiendo reducir la proporción del empaque, pasando de poco más del 3.3 % (peso del empaque/peso del televisor) a un 1.7 %.
Actualmente, el reto que tiene el EPS en el mundo del empaque de televisiones es aún mayor. El comercio en línea exige que un producto llegue al consumidor final (típicamente su domicilio) en condiciones prístinas.
¿Cuál es la diferencia?
En el comercio tradicional, el productor entregaba en un centro de distribución o en la bodega de una tienda departamental. El consumidor compraba su televisión ahí, en la tienda. Esa televisión la habían “tocado” en promedio 3 veces antes de ser entregada al cliente. Un último punto de control: el vendedor abre el televisor para sellar la garantía, mostrando el estado de la televisión y haciendo entrega del producto. A partir de ese punto, la propiedad de la televisión era del consumidor final.
En contraste, el comercio electrónico supone que el productor envía la televisión a una bodega central, pudiendo pasar posteriormente por un centro de distribución regional y ser entregado a domicilio por una empresa de mensajería, donde puede pasar de un camión a otro antes de ser entregado al cliente. Para agregar un grado de dificultad, la empresa de mensajería es ajena al productor de la televisión, y muchas veces, al vendedor. La cantidad de manos por las que el televisor pasó es mayor en este modelo, y más crítico en esta cadena: el consumidor puede abrir la caja, encontrar la televisión dañada y hacer una devolución con un par de clicks en su celular. ¿En qué punto de la cadena se dañó la televisión? Sería difícil determinarlo. Lo cierto es que el cliente recibirá su reembolso en un periodo de tiempo razonable, sin mayores preguntas o trámites.
Para mitigar esta situación, las empresas de comercio electrónico han apostado por un empaque más robusto. Los nuevos estándares requieren que un televisor empacado resista varias caídas, pruebas de estibado (compresión), además de pruebas de vibración y temperatura. Podría parecer excesivo esperar que una televisión empacada resista más de 5 caídas, sin embargo, son tantas manos involucradas en su manejo, que apenas con medidas como ésta se puede garantizar la integridad del producto entregado.
Es un hecho que el comercio electrónico llegó para quedarse. La conveniencia de este modelo y el ahorro en costos intermedios son factores clave para que cada día más productos sean adquiridos por este medio. En un entorno así, es fundamental contar con un empaque confiable, con un desempeño tal que permita recibir un producto en buenas condiciones sin incrementar costos de transporte. En este entorno, el EPS sigue avanzando hombro con hombro con los diseñadores de empaque de las grandes marcas de electrónicos, ofreciendo alto desempeño, ligereza y la garantía de que ese televisor llegará en perfectas condiciones a un hogar en alguna parte del mundo.
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Columnas Invitadas*Gerente Comercial para México, Centroamérica y el Caribe para Styropek México, S.A. de C.V. Con 14 años en la industria petroquímica (10 años en posiciones directamente ligadas al EPS), en áreas como ventas, innovación, cadena de suministro y marketing estratégico.