El Cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible establece que se debe trabajar en garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como promover oportunidades de aprendizaje de forma permanente para todos los habitantes del mundo.
Y es que sin duda la educación es un factor determinante para lograr la movilidad económica ascendente y lograr el desarrollo económico de cualquier país. Si bien para 2018, se habían logrado avances significativos, principalmente referentes al incrementó de las tasas de matriculación en escuelas, principalmente de niñas, aún más de 260 millones de infantes estaban fuera de las aulas. Por otra parte, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidad, la mitad de los niños y adolescentes no habían alcanzado los estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas, dos habilidades básicas para cualquier persona, lo que representaba un desafío complejo, para lograr una educación de calidad.
Sin embargo, nadie contaba que el mundo enfrentaría uno de los escenarios más trascendentales de su historia, la llegada en 2020 de la pandemia por Covid-19. Mientras esta enfermedad se propagaba por el mundo los países anunciaban el cierre temporal de las escuelas afectando a más del 91% de los estudiantes de todo el mundo. Las escuelas tuvieron que migrar a un modelo de educación a distancia, sin embargo la gran brecha digital que se enfrenta a nivel mundial hizó de la educación una actividad limitada y que excluía a los grupos poblacionales más vulnerables.
El cierre de las escuelas se amplió por periodos mayores, inclusó muchas tuvieron cerradas sus puertas por casi 3 años. De acuerdo con datos de la UNESCO, para abril de 2021 cerca de 1,600 millones den niños y jóvenes estaban fuera de la escuela y cerca de 369 millones de pequeños fueron afectados también en el ámbito nutricional pues su alimentación dependia de los comedores escolares.
Los niños son quienes enfrentaron un entorno más vulnerable y con mayor marginación, su vida cambio drásticamente al estar fuera de la escuela, limitando su convivencia y en algunos casos teniendo que abandonar sus estudios para trabajar y apoyar económicamente a sus familias.
Esto puso en riesgo los avances que se habían tenido para el cumplimiento de lograr una educación de calidad. En nuestro país el panorama no es nada alentador, la pandemia dejo un saldo negativo de acuerdo con la Encuesta de Medición del Impacto por Covid-19 publicado en 2021 por el INEGI más de cinco millones de estudiantes no se inscribieron al ciclo escolar actual por razones relacionadas a la crisis desatada por la pandemia, creando un un escenario complejo en un país que ya tenía un fuerte retraso en esta área.
La gran disparidad económica que se vive en nuestro país provocó que el impacto en el ámbito educativo fuera mayor, por ello, diseñar una estrategia que haga frente a este reto debe iniciar desde comprender las diferentes realidades sociales y económicas que cada persona tiene para mejorar el Sector Educativo Nacional para generar mejores condiciones para los alumnos rumbo a la meta del 2030.
A nivel mundial la UNESCO ha impulsado la Coalición Mundial para la Educación Covid-19, se trata de una alianza multisectorial que busca implementar una serie de iniciativas en las que participan organizaciones de la educación civil, medios de comunicación, empresas especializadas en tecnologías de la información que permitan implementar soluciones innovadoras para facilitar las oportunidades de aprendizaje inclusivo para los niños y los jóvenes.
Uno de los pilares de esta estrategia es la creación de iniciativas educativas de impacto social, en este sentido la educación ambiental debe ser un factor clave para lograr el desarrollo sostenible de cualquier país.
¿Qué acciones recomiendas para mejorar la educación de México? Déjanos tu comentario.